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LIMPIEZA PROFESIONAL

Una buena rutina de higiene bucodental pasa por cinco sencillos pasos:

Primero, usar hilo dental veinte minutos después de cada comida. Segundo, cepillarse los dientes después de haber pasado la seda dental. Tercero, barrer la superficie de la lengua con un raspador. Cuarto, enjuagarse la boca con colutorio al menos un par de veces a la semana. Y quinto, efectuar limpiezas profesionales cada seis meses para garantizar la eliminación del sarro acumulado. 

Una parte significativa de la placa bacteriana resiste a la limpieza diaria con seda y cepillo, se acumula en rincones de difícil acceso y se endurece hasta provocar sarro. La aparición de sarro no es señal de falta de higiene pero sí es razón más que suficiente para venir a visitarnos. El sarro no solo afea la sonrisa sino que favorece la aparición de inflamaciones, sangrados, infecciones y finalmente caries.

La limpieza profesional con ultrasonidos elimina eficazmente todos los nichos de sarro, es rápido e indoloro, y es el único tratamiento que garantiza una salud bucodental perfecta.

La placa bacteriana

¿Qué es la placa bacteriana?

La placa bacteriana es una especie de residuo pegajoso e incoloro que se deposita de forma constante sobre la superficie de nuestros dientes. Está constituida por masas invisibles de gérmenes dañinos formados con los restos de comida, el azúcar de algunos alimentos y nuestra propia saliva. Estos, combinados con otros minerales forman la placa que ataca el esmalte dental y favorece la aparición de caries.

¿Cómo evitar su aparición?

Siempre se está generando placa. Mientras comemos, mientras dormimos, etc. Por eso es muy importante mantener una buena higiene bucodental y cepillar nuestros dientes y pasarnos el hilo dental después de cada comida para evitar su formación en la medida posible.

¿Cuál es la diferencia con el sarro?

El sarro es placa dental calcificada. Es decir, es la acumulación y endurecimiento de la placa depositada sobre los dientes a lo largo del tiempo. Cuando esto ocurre tenemos que visitar al dentista para que este mismo o un higienista dental nos realicen una limpieza bucal y lo retiren. De otro modo es imposible.

La placa bacteriana y la enfermedad gingival

La placa bacteriana es una de las causas más comunes de la gingivitis. Las toxinas que liberan las bacterias pueden inflamar y dañar el tejido gingival, provocando que el cuerpo envíe más sangre a la zona afectada y por tanto, dando lugar al sangrado de las encías cuando nos cepillamos los dientes.

Además, la presencia de bacterias puede causar que nuestras encías empiecen a distanciarse de los dientes y dejar un espacio en el que se puede llegar a acumular todavía más placa. Con el tiempo, esos espacios se hacen cada vez más profundos y pueden debilitan los huesos y los tejidos que sostienen y protegen nuestros dientes.

¿Qué ocurre con nuestro cepillo de dientes después de usarlo durante 3 o 4 meses?

A pesar de que a simple vista, nuestro cepillo no parezca viejo, a nivel microscópico contiene ciertas imperfecciones nocivas para nuestra salud bucodental y por tanto, para nuestra salud en general.

Los cepillos de dientes están hechos con cerdas de nailon que es un material que presenta una buena resistencia, flexibilidad y facilidad en el secado, lo que ayuda a evitar la contaminación por posibles bacterias. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, las cerdas se van debilitando y doblando con el tiempo, tras cada cepillado, lo que hace que poco a poco vayan perdiendo su eficacia, incluso pueden causar daños en las encías durante el cepillado, provocando tanto inflamación, como sangrado del tejido blando o retracción de las mismas.

Si queremos evitar esto, debemos cambiar nuestro cepillo de dientes al menos cada tres o cuatro meses porque pierde eficacia y es más complicado que las cerdas puedan llegar a ciertos recovecos entre los dientes. Además, aumenta la probabilidad de que se cultiven grandes cantidades de gérmenes, hongos y bacterias.

Por todo ello, además de cambiar el cepillo, te recomendamos que siempre que lo uses, lo limpies bien con abundante agua y lo coloques en posición vertical, sin taparlo, para que se ventile y se seque rápidamente. También te aconsejamos  que no guardes tu cepillo en un mismo recipiente junto con otros cepillos porque los microbios pueden esparcirse entre ellos.

También te recomendamos cambiar el cepillo dental después de haber padecido un resfriado, gripe o infecciones bucales, ya que los gérmenes pueden permanecer más tiempo en las cerdas del cepillo y ocasionar una nueva infección.