¿IRRIGADOR BUCAL?

Los irrigadores bucales se han convertido en uno de los elementos imprescindibles de la higiene bucodental diaria.

Un buen cepillado, el uso de hilo o seda dental, enjuagues y el uso del irrigador son, junto con las visitas a nuestra clínica cada seis meses para revisión, los pilares fundamentales para el mantenimiento de la salud de nuestros dientes y boca en general.

Los irrigadores se venden ya en cualquier parte, son económicos y fáciles de usar. Básicamente son aparatos que disparan agua a presión –o bien agua sola o bien agua mezclada con productos antisépticos– sobre los dientes para una limpieza en profundidad.

Gracias a sus beneficios, especialmente a su efectividad combatiendo la placa bacteriana, reduciendo la gingivitis, previniendo el sangrado, eliminando manchas dentales y reduciendo el nivel de presencia de bacterias en la cavidad oral, su uso está especialmente indicado para después de las comidas.

Como decimos, es el complemento perfecto del cepillado y el uso de la seda dental. Tras un cepillado correcto y completo, y una pasada de hilo dental, el irrigador, correctamente aplicado sobre la superficie de los dientes y también en los huecos, produce cambios muy significativos en el biofilm. Al usarlo, recomendamos pasar el chorro de agua por todos los dientes siguiendo siempre un mismo orden que para así no olvidar ninguno. Además resulta muy agradable porque su uso no solo elimina restos de alimentos y bacterias que hayan quedado atrapados en la cavidad oral, sino que además ofrece un masaje de encías.

Si estás pensando en que esto altera tus hábitos diarios, tienes que saber que su uso tan solo te llevará 60 segundos. Un tiempo insignificante que sin embargo es capaz de prevenir con gran índice de éxito la inflamación de encías y la propagación del sarro.

Es importante señalar que el irrigador es un complemento del cepillado, es decir, en ningún caso sirve como sustituto. En otras palabras, irrigarse los dientes no ayuda a nuestra salud si previamente no nos hemos cepillado los dientes adecuadamente.

El irrigador es igualmente recomendable en caso de prótesis, puentes o implantes. Y mucho más para pacientes con ortodoncia. Las ortodoncias estilo braquets no son fáciles de limpiar ya que son propensas al albergar restos, por eso el irrigador resulta especialmente útil.

Para usar el irrigador basta con rellenar el depósito de agua o colutorio, colocar la boquilla, introducir el irrigador en la boca, colocarlo sobre las encías y superficies de dientes, y empezar a disparar agua continua durante uno o dos minutos. Su uso es agradable, intuitivo y ameno, y no solo eso, también contribuye de forma muy significativa al mantenimiento de nuestra salud contra la caries o la gingivitis.

En tu próxima revisión no te olvides de mencionar que los estás usando y presumir de buena salud y bonita de sonrisa.