Propiedades de la saliva

La saliva es una secreción líquida que proviene de las glándulas salivales, extendidas por todas las regiones de la boca excepto en la encía y la zona anterior del paladar, que segregan diariamente entre 1 y 1,5 litros de saliva, una cantidad que va disminuyendo con la edad u otros condicionantes como por ejemplo el consumo de ciertos medicamentos.

La disminución de secreción salival es perjudicial para la salud oral, dado que puede dar lugar a la aparición de enfermedades periodontales como la gingivitis o la periodontitis.

La saliva aporta a nuestros organismo multitud de beneficios, entre los que cabe destacar:

Actúa como barrera de defensa frente a posibles infecciones

Gracias a su riqueza en compuestos con funciones antibacterianas y antifúngicas (evita el crecimiento de hongos), la saliva nos previene de adquirir infecciones, puesto que elimina muchos de los microbios que entran en nuestra boca con los alimentos o simplemente cuando nos llevamos los dedos a la boca.

Regula el pH de la boca

Gracias a la presencia de bicarbonato sódico que regula y evita el aumento de acidez en nuestro organismo, la saliva tiene un pH alcalino que nos protege frente a oxidaciones y corrosiones de los dientes.

Contiene las encimas necesarias para digerir los alimentos

Las enzimas viajan con los alimentos a través del tubo digestivo y facilitan el paso de algunas sustancias al torrente sanguíneo antes de que actúen los ácidos gástricos, que seguramente las degradarán. Tal es el caso de una parte del azúcar.

Sirve de control del equilibrio hídrico del cuerpo

La saliva es 99% agua y por lo tanto este elemento es muy necesario para conformarla, por lo que cuando desciende la proporción de agua en ella, que es lo mismo que decir que aumenta la concentración del resto de elementos, determinados sensores de la boca los detectan, inhiben la salivación y envían una señal de sed al cerebro para que nos rehidratemos.

Es imprescindible para el sentido del gusto

Entre las muchas sustancias que conforman la saliva existen algunos receptores químicos y eléctricos -iónicos- que se encargan de activar las papilas gustativas de la lengua de modo que demos respuesta cerebral a las sensaciones que nos producen los alimentos. Esta respuesta es lo que llamamos sabor y se podría decir que la lengua es un conductor electroquímico del sabor.

Si probamos a secarnos la lengua y luego ingerimos un alimento sabroso, veremos que notamos mucho menos su sabor.

 

Y algunas curiosidades que seguro no sabías:

Se usa para restaurar cuadros y muebles antiguos

Aunque parezca un chiste, este es un viejo truco que utilizan los restauradores de obras antiguas usar su propia saliva para limpiar cuadros, dada su riqueza enzimática, que ayuda a degradar impurezas.

Contiene un opiáceo seis veces más potente que la morfina

En 2006 investigadores del Instituto Pasteur de París descubrieron que la saliva contenía opiorfina, un analgésico opiáceo seis veces más potente que la morfina. Se le relaciona con la inhibición del dolor al masticar alimentos que puedan ser duros, pero también con la sensación de placer que se produce al comer.