CUIDADO DE ENCÍAS EN MUJERES

La condición física de la mujer está condicionada por un vaivén de cambios hormonales que de una u otra forma nos obligan a confrontar constantemente nuevos escenarios, circunstancias cambiantes, incluso hábitos renovados. Las etapas y ciclos de la mujer –ya desde la pubertad, a través de la menstruación, los embarazos y hasta la menopausia–, ponen de manifiesto una belleza holística y sublime formada por su fortaleza resiliente y también sus vulnerabilidades. Y dentro de toda la sinfonía de aspectos cambiantes que precisan cuidado y atención, las encías ocupan un lugar muy especial precisamente por ser una zona altamente sensible y propensa a patologías. En otras palabras, las encías son también un reflejo del estado hormonal de las mujeres, y no solo precisan constante observación sino también tratamientos preventivos que nos ayuden a mantener intacta nuestra salud bucal. Una atención consciente nos puede librar de inflamaciones, gingivitis, incluso periodontitis o en el peor de los casos pérdidas de dientes.

Los picos hormonales son siempre momentos propicios para la aparición de enfermedades de encías o gingivales. Más aún si nuestra cotidianidad pasa por la toma de anticonceptivos orales. De hecho, hay enfermedades de encías que presentan un cuadro crónico y exclusivo de las mujeres como la gingivitis gestacional que se presenta durante los embarazos y que le abre las puertas de par en par a la posibilidad de infecciones, caries, sangrados, inflamaciones, etc. Tampoco hace falta alarmarse, es muy frecuente, pero no es grave, sobretodo si se dispone de la información, los recursos preventivos suficientes y la estrecha supervisión de profesionales capaces de guiarte y acompañarte en los momentos difíciles. Así que podemos ya lanzar una primera conclusión al aire: una vida sana y unos buenos hábitos ayudan sin duda a que los problemas de encías en mujeres derivados de altibajos hormonales resulten mucho menos molestos.

El primer gran momento hormonal de toda mujer llega con la pubertad, y por supuesto esta tiene un reflejo en nuestras encías. La gingivitis puberal son una reacción al incremento de estrógenos y progesterona que se produce a partir de los 11 ó 12 años. Con estos cambios, las encías se inflaman, se enrojecen, sangran, puede ser un poco molesto pero es algo tan normal como transitorio. Es importante que este momento llegue con unos hábitos saludables bien consolidados para que no favorezcan escenarios adversos como la proliferación de placa bacteriana.

Con la menstruación, las encías también se ven cíclicamente afectadas. De hecho existe y es relativamente frecuente la gingivitis menstrual. Sus síntomas son idénticos a los que hemos mencionado: inflamación, enrojecimiento, sangrados, molestias. En este caso también pueden aparecer pequeñas úlceras o llagas, y la piel de la encía se puede volver lisa y tensa. Son, como decimos, patologías transitorias, que no suelen durar más de dos o tres días, pero que conllevan la posibilidad de un mayor riesgo a la proliferación de nichos bacterianos.

Los anticonceptivos orales también son causa de inflamaciones y molestias en general de encías. Ya sabemos que contienen hormonas y que las fluctuaciones de los niveles hormonales se reflejan en el estado de nuestras encías. En este caso, las molestias pueden alargarse en el tiempo, obligando a reflexionar acerca de la idoneidad de los tratamientos. Si la toma de anticonceptivos atenta contra la salud buco dental, quizás es recomendable plantearse nuevos escenarios. En estos casos, lo mejor es siempre que te pases a contarnos tus dudas.

El embarazo es, como no podía de ser de otro modo, la gran fiesta hormonal. La gestación provoca altísimos niveles hormonales que vuelven a la normalidad después del parto. Y  lógicamente, las mujeres con tendencia a la gingivitis, durante  el embarazo tienden a sufrirla más intensamente de lo habitual. Curiosamente, aunque es algo normal y común, la mayoría de las mujeres no sufren estos desarreglos en sus encías durante los embarazos. Depende, como decimos, de los antecedentes que una mujer tenga y de su propensión previa a la gingivitis. Si sueles tener inflamación de encías en tu vida normal, con el embarazo existe como mínimo un 40% de posibilidades de que lo padezcas. Pero una vez más, calma. Cuentas con un montón de recursos a tu alcance para sobrellevar sin problemas este latazo.

Con la menopausia los niveles de estrógenos y de progesterona de desploman, lo que vuelve a provocar un montón de cambios físicos que, por supuesto, también afectan a la boca: a los tejidos, a la saliva y a las encías. Es normal que las mujeres que se encuentran en esta etapa sientan molestias bucales, inflamaciones, sangrados, halitosis, sequedad. De nuevo, la clave está en la prevención, el cuidado, los buenos hábitos y por supuesto la supervisión y compañía de nuestro equipo, que como sabes, estamos encantadas de acompañarte en los buenos momentos y también en los complicados.

OJO CON LOS BESOS

Son una vía para el contagio de numerosas enfermedades

Que levante la mano al que no le endulce la vida un bonito beso. Algo tan amoroso parece inofensivo y sin embargo debemos ser conscientes de que son una vía para el contagio de numerosas enfermedades como la gripe, el herpes, la varicela, las paperas, la candidiasis, la mononucleosis infecciosa o la sífiles. Mal rollo no ¿no? La pregunta que traigo es: ¿creéis que los besos también pueden contagiar la caries?

En un solo besito de nada 90 millones de bacterias pasan de una boca a otra. De hecho, las parejas comparten la cantidad y el tipo de bacterias que habitan en la boca. Por lo tanto, si los besos transmiten bacterias, también pueden provocar caries. Ojo, pueden provocarlas porque están permitiendo la entrada de bacterias a nuestra boca, pero… también entran todos los días un montón de bacterias en nuestra boca a través de la comida y el aire y no por ello dejamos de comer o respirar.

el problema no es que entren bacterias, sino que hagan de las suyas dentro de nuestra boca. Así que sí, ojo con los besos, pero mucho más ojo con la higiene bucodental capaz de frenar la amenaza de las bacterias y provocar caries.

La aparición de caries depende de que las bacterias que habitan en nuestra boca campen a sus anchas y logren empezar a deteriorar nuestros dientes. Para ello es imprescindible que cuidemos nuestra dieta, nuestra higiene y limpieza buco-dental, y  que vengas a visitarnos al menos un par de veces cada año para estar seguros de que esos puntitos negros que empiezan a salpicar las coronas de tus muelas no son caries.

Por cierto, besar transfiere bacterias pero también la saliva que ataca a las bacterias. Gracias a la saliva los ácidos de las boca quedan neutralizados y remineralizamos el esmalte de nuestros dientes. Los besos además estimulan al corazón, segregan las hormonas del placer y la felicidad, quema grasa y activa la musculatura facial. Bueno… y entre nosotros, da mucho gustito.

Por lo tanto, ¿ojo con los besos? Sí, desde luego. Sobretodo si tu higiene buco-dental no es la adecuada. Las caries comienzan a crearse poco a poco, al principio casi no se ven pero con el tiempo pueden llegar a poner en riesgo nuestros dientes y provocar mucho dolor. Como siempre, buenos hábitos, visitas regulares a nuestra consulta y algo de cabeza nos pueden librar de problemas de salud.

¿SEGURO QUE TE CEPILLAS LOS DIENTES CORRECTAMENTE?

Cepillarse después de cada comida es obligatorio, pero también hacerlo bien.

Por suerte, el hábito del cepillado está ya profundamente establecido ¿verdad? –Si eres de los que todavía no se cepilla al menos un par de veces al día… este  post no es para ti.– Pero aún nos queda un poquito más de información y consciencia para que el cuidado diario sea verdaderamente eficiente.

Cepillarse los dientes automáticamente es mejor que no hacerlo pero está aún lejos de cumplir con su cometido. Cepillarse los dientes varias veces al día tiene un impacto directo en la prevención de caries, enfermedades de encías y salud bucodental en general. Además, hace que nuestra sonrisa luzca más bonita, que prevengamos el mal aliento y además que mejore la confianza en nosotros mismos. Pero para que todo esto ocurra hay que hacerlo bien.

¿Cómo es un correcto cepillado?

Lo primero es elegir un cepillo adecuado. Estate seguro de que tiene un tamaño cómodo según tu cavidad oral. Si tus encías están frágiles porque sufres retracción o sangrados, asegúrate de tener un cepillo de cerdas blandas y suaves. Las cerdas más duras son más eficientes eliminando placa, pero pueden causar más daños en bocas sensibles. Por cierto, la disposición de las cercas no contribuye a una mejor limpieza y los cepillos eléctricos son muy recomendables.

Ya cepillándonos, es importante no olvidar todas aquellas zonas de nuestros dientes que vemos pero que están y están expuestas a una mayor concentración bacteriana precisamente por permanecer más escondidas. A la hora de cepillarse es muy importante cepillarse las caras internas de los dientes, las zonas en contacto con la lengua.

Igual de importante es estar seguros de que no nos hemos dejado ninguna zona sin limpiar.

Intenta que las cerdas incidan con un ángulo de 45 grados respecto de la línea de las encías y hacer trazos cortos, de arriba abajo –no de lado a lado como aparece en algunos sitios–. Cepillar las muelas y la lengua es igual de importante.

Lo ideal es cepillarse entre 2 y  3 veces al día. Menos es un problema porque damos tiempo a la placa bacteriana a multiplicarse. Y menos también porque podemos empezar a erosionar nuestros dientes inútilmente, a debilitarlos y  dañar el esmalte.

Un cepillado eficiente debería durar unos dos o tres minutos. Es un ratito para la relajación, la toma de consciencia y disfrute del proceso de limpieza interna que estamos haciendo.

Nunca es una cuestión de fuerza. Cepillarse los dientes  demasiado fuerte  puede hacernos daño y debilitar los dientes. Recuerda para qué te cepillas, y no lo consideres un castigo.

Después del cepillado siempre es obligatorio limpiar y secar bien el cepillo. Al cepillo van a parar bacterias que si no se eliminar completamente, se multiplican y vuelen a nuestra boca. Realmente desagradable si lo pensamos.

Y finalmente, es más que recomendable cambiar de cepillo cada 3 ó 4 meses. Hay personas que lo gastan hasta el punto en que podemos ver las cerdas muy deterioradas. Si las cerdas no cumplen con su función, el cepillado no es eficiente.

Por supuesto, el cepillado es el paso más importante  de la higiene dental pero no el único, y si queremos asegurarnos de que mantenemos los mejores hábitos posibles, después de cepillarnos debemos usar seda o hilo dental, irrigador y enjuague bucal. Pero si tu compromiso con tu salud dental es total, lo que de ninguna manera puede faltar es la mirada de nuestros profesionales. Una revisión cada seis meses nos ayudará a saber cuál es el auténtico estado de tu boca en general. Así que, ¡nos vemos pronto!

¡Ay me he mordido!

Causas y efectos de esos momentos en los que vemos las estrellas.

Morderse es relativamente frecuente aunque no por ello deja de ser lesivo. Uno se muerde por muchas razones, por tener una mala mordida o por estar usando mal alguna prótesis, por ejemplo.

Morderse hace daño, es molesto,  a veces incluso provoca heridas hasta con sangre muy considerables, y si es demasiado frecuente, debería empezar a ser una cuestión en la que prestar atención; especialmente si tus mordidas tienden a concentrarse en el lado interior de la mejilla.

Si tus dientes no encajan bien, no encajan como deberían, entonces es más probable que te muerdas –especialmente dentro de las mejillas–. En una mordida correcta, los dientes de arriba y de abajo encajarán cada uno en sus fosas. Si esto no es así para ti entonces tienes una mordida desviada. Pero tranquila porque casi el 90% de a población presenta errores o desviaciones en su mordida.

La malas mordidas o malas oclusiones son provocadas por malas posiciones, por tamaños desproporcionados en algún aspecto de tus dientes o por condicionamiento genético, y en casi todos los casos se pueden corregir con ortodoncias. En función de tu caso, mediante  diferentes métodos de diagnóstico que incluyen radiografías, podremos decirte qué tipo de ortodoncia es la más recomendable para ti.

Aunque te parezca una exageración, si te muerdes a menudo tienes una razón totalmente justificada para venir a vernos. Será interesante  para ti saber qué está pasando y cómo librarte de esta continua molestia.

¿Sabes lo que es el bruxismo, verdad? es la patología por la que tendemos a apretar los dientes consciente o inconscientemente. Es muy habitual, está relacionado con los procesos de estrés y  ansiedad y es una de las causas de las mordidas. No es extraño que las personas bruxistas se levanten con dolor de mandíbula, dolor de cabeza y heridas o marcas debido a que se han mordido mientras dormían.

Las mordidas por bruxismo desaparecen tratando el bruxismo, con férulas de descarga a medida. Te haremos un molde de tus dientes y  con él prepararemos una férula plástica que te podrás aplicar durante las noches para dejar de dañar tus dientes cuando aprietes.

Hay mucha gente que se muerde después de intervenciones, extracciones o en general después del uso de anestesias necesarias para diferentes tratamientos odontológicos. Las anestesias pueden llegar a prolongar sus efectos varias horas, y por eso se recomienda no comer. La probabilidad de acabar mordiéndose es muy alta.

Algunas prótesis dentales también provocan mordiscos. Solo ocurre si la prótesis en cuestión está mal colocada o si estás muy al principio del tratamiento o del uso de la prótesis. Si una prótesis se mueve al comer o al hablar, es una prótesis que va a provocar problemas y mordiscos, claro.

También hay gente que se muerde tras someterse a extracciones debido a los nuevos espacios que han quedado vacíos. Y luego está el caso de la gente que se muerde por puro hábito, como el que se muerde las uñas. Por raro que parezca, hay quien encuentra placer en estas… cosas. Probablemente son hábitos asociados a la mala gestión del estrés y la ansiedad. Es importante ser consciente de ellos y tratar de eliminarlo desde la relajación.

SI te has mordido, trata de evitar ese lado de la boca, intenta no beber, fumar ni en general abusar de sustancias tóxicas; mantén la higiene buco-detal a rajatabla para no provocar infecciones –cepillado, enjuagues, hilo dental, etc.– y por supuesto si tienes una herida  ven a vernos porque es probable que necesites un pequeño tratamiento antiinflamatorio o analgésico.

Esperamos que esta info te haya resultado útil.

El reposo de tu mandíbula.

Solemos hablar mucho de las funciones de nuestros dientes y nuestra mandíbula, tanto de día como de noche, pero ¿qué hace nuestra mandíbula cuando no hace nada? 

A diferencia de lo que mucha gente cree, cuando la mandíbula está en reposo no está cerrada, sino que cuelga del cráneo y queda liegeramente abierta entre los dientes. Esta cuestión es especialmente interesante para todas aquellas personas que practican técnicas de relajación consciente y que tienen interés en observar a esta poderosa articulación en ausencia de actividad. Ese espacio libre interoclusal sin embargo es realmente pequeño, mide apenas 2 milímetros de incisivo a incisivo, y el alineamiento de la mandíbula en 8 de 10 personas no presenta desviaciones ni hacia delante, ni hacia detrás, ni lateralmente.

La mandíbula en estado de relajación está sujeta por una red elástica de músculos, tendones y tejidos entre los que se incluyen la lengua y los labios. Y esa red absorbe el peso del hueso de la mandíbula, cualquier presión ejercida en dirección opuesta y la postura de la cabeza, sin perder de vista el tono muscular; es decir, no cuelga desactivada sin más sino que siempre se encuentra disponible y dispuesta al movimiento en un tono perfectamente equilibrado. Curiosamente, ese tono muscular reacciona con asombrosa sensibilidad a nuestros estados emocionales, y a la información nerviosa suministrada por la mucosa oral y los receptores de la articulación.

Por lo tanto la mandíbula en reposo no cuelga sin más sino que permanece amortiguada en un estado cambiante que se adapta a diferentes factores. De hecho, la posición neutra de nuestra mandíbula puede cambiar de la noche a la mañana si por ejemplo nos sometemos a una extracción y nuestro equilibrio mandibular cambia. El envejecimiento, el desgaste, cambios en los retenes oclusales o ciertas posturas mandibulares como la maloclusión son otros factores que hacen que nuestro equilibrio mandibular se vaya a adaptando. Así, en otro ejemplo, en los sujetos que presentan una mordida cruzada unilateral, aumenta la actividad muscular a la altura del hueso temporal del lado opuesto que tiende a compensar que la mandíbula se desvíe hacia ese lado en reposo.

La mandíbula se puede relajar, se puede trabajar, fortalecer, masajear, cuidar y observar con el mismo esmero con que tratamos cualquier otra articulación esencial. Y si eres de las personas que practican meditación o técnicas de relajación, te invitamos –si no lo haces ya– a que observes tu mandíbula en reposo y descubras el enorme campo de placer que podemos encontrar en ella.

La mandíbula no solo es fascinante, también es absolutamente esencial para nuestro día a día. Es una articulación siempre dispuesta a la actividad y si se resiente por algún factor las molestias suelen ser enormes. De hecho, cualquier problema de mandíbula enseguida genera un detrimento en nuestra normalidad. Si notas alguna molestia en tu mandíbula, alguna sensación inusual o molestia, no dudes en venir a visitarnos. En nuestra clínica podemos hacerte un diagnóstico que nos permita saber qué está pasando.

¿SUFRES DOLOR DE MUELAS?

Por lo general se describe como uno de los dolores más intensos que se pueden experimentar.

«Peor que un dolor de muelas» se suele decir. Los que tienen la suerte de no haber pasado por ese trance, realmente no saben la suerte que tiene. 

El dolor de dientes o de muelas aparece sin avisar para complicarnos la vida y arruinar todos nuestros planes. De hecho, cuando se presenta en lo único que solemos pensar es en venir a la clínica y en mejorar nuestros hábitos radicalmente.

El dolor de muelas o de dientes es sorprendentemente  común y se suele localizar en la mandíbula, aunque tiene tendencia a extenderse por el resto de la cara, los oídos, y hasta la cabeza. Si aparece, aquí nos tienes para tratar de localizar lo antes posible de dónde procede y cuál es el tratamiento que hará que sientas alivio inmediato.

El dolor de muelas suele estar asociado a malos hábitos de higiene bucodental, aunque  a  veces está causado por el desgaste natural de los dientes y la retracción de la encía. Esto merma las capas de protección de los dientes afectando a la pulpa, capa profunda que alberga los nervios.

Saber por qué duele es esencial para mitigar el dolor y combatir el problema. Además, si no se actúa rápido, existe el riesgo de que el dolor se extienda.

Si el dolor lo está provocando una caries, el tratamiento a seguir es el empaste. Si se  trata d e una caries muy  profunda, la solución pasa por la endodoncia. Si la caries duele y duele y no es tratada, a parte del insoportable dolor ponemos en riesgo los dientes de al lado y las propias piezas dentales afectadas. ¡Podemos llegar a perder los dientes picados!

Si el dolor lo está provocando una gingivitis, es decir, si la causa está en la encía, en los casos más extremos podemos llegar a necesitar  la extracción del diente. Pero para ello debemos haber detectado inflamaciones, sangrados, movilidad del diente… La gingivitis también es una enfermedad provocada por los malos hábitos de cepillado. Es el resultado de un exceso de placa bacteriana. Y  si no se trata  a tiempo puede devenir periodontitis, lo que afecta directamente al hueso.

El bruxismo también provoca dolor de muelas. Ya sabéis, la fuerza que hacemos al apretar los dientes unos contra otros consciente o inconscientemente. Lo provoca el estrés, anque también ciertos desviamientos de nuestra disposición dental, y se trata cambiando los hábitos además de con férulas de descarga.

Por supuesto, un traumatismo también puede ser la causa de un dolor dental. A veces  puede que una fisura imperceptible sea el origen del problema. O bien,  el dolor lo puede  causar la erupción de las muelas de juicio.

Existen otras causas, como la hipersensibilidad provocada por la exposición de las raíces. Este dolor es fácilmente localizable porque suele estar asociado al roce o a cambios de temperatura.

El flemón también es muy doloroso. Técnicamente  se le denomina absceno dental, y se producen por la proliferación de bacterias en la pulpa del diente, es decir, dentro. Esas bacterias  terminan por causar infecciones, inflamaciones, y un dolor… sencillamente horripilante.

Algo parecido aunque diferente es la pulpitis, es decir, la inflamación de la pulpa dental. Pero el dolor también lo puede provocar un problema en la propia articulación de la mandíbula.

Como veis hay muchos escenarios diferentes para el dolor dental. Peor hay  algo que tienen en común todos, y es la necesidad de venir al dentista. Aquí valoraremos tu caso a conciencia y lograremos encontrar la solución que tanto necesitas. Seguro que después no te  olvidas de mantener a rajatabla tu higiene bucal.

¿QUÉ OCURRE CUANDO NO TE LAVAS LOS DIENTES?

Si eres de los que no se lava los dientes, este post te interesa.

El 12% de los españoles no se lava los dientes, o al menos no lo hace todos los días. Lo dice la encuesta realizada por el Consejo de Dentistas. Y aparentemente la razón es que no tenemos tiempo para cuidar de nuestra salud bucodental. Sin embargo los expertos opinamos que si se tuviera auténtico conocimiento de lo que implica no cepillarse los dientes, ese porcentaje caería drásticamente.

No cepillarse los dientes conlleva consecuencias muy negativas a medio largo pero seguras. En otras palabras, si no te lavas los dientes, antes o después, vas a tener problemas, problemas de salud dentro y fuera de la boca, problemas psicológicos, y  también problemas económicos.

De menor a mayor importancia, los primeros síntomas son acumulaciones de placa bacteriana en la boca, luego aparecen las primeras y pequeñas caries, seguidamente inflamaciones de encías, mal olor de aliento, tinción de los dientes, aparición de llagas, de sarro, de dolor,… mucho dolor –conviene recordar que pocos dolores son más agudos que el que se sufre cuando tenemos problemas en los dientes–, y seguidamente pérdida de agarre del diente, y con el tiempo la pérdida de los dientes en sí. Esto por no mencionar enfermedades a un nivel más general y por supuesto, la destrucción de tu imagen personal, un enorme descenso de tu autoestima, y un enorme gasto económico en dentistas.

Cepillarnos los dientes requiere entre 2 y 3 minutos de nuestro tiempo después de cada comida. La finalidad es eliminar los restos de comida que quedan atrapados en los huecos entre nuestros dientes y que nuestra saliva no es capaz de descomponer. Para una mayor eficiencia, después de cepillarnos, podemos usar hilo o seda dental, un irrigador dental, y un enjuague. Estos últimos métodos podemos reservarlos para la rutina doméstica nocturna, porque es durante las horas de sueño de la noche cuando la salud de nuestra boca sufre mayores ataques.

Este pequeño ritual no es un castigo ni una pesadez, ni mucho menos, es una inversión en tranquilidad, salud y belleza que además puede echarnos una mano a descender nuestros niveles de estrés. Y no llevará en ningún caso más de 10 minutos. Irnos a la cama con la tranquilidad de saber que nos acostamos con nuestra boca perfectamente limpia y sana puede empezar a convertirse en una pequeña fuente de tranquilidad, y en un hábito muy saludable que agradeceremos toda la vida. Y si además somos capaces de acudir al dentista una  vez cada seis meses para controlar que  está todo bien, entonces sentiremos que una parte esencial de nuestro cuidado personal está cubierto.

Disfrutar de una buena salud dental está al alcance de prácticamente todo el mundo. Ciertamente hay casos de enfermedades o patologías ocasionadas por factores que trascienden el cuidado diario, pero aún así, unos buenos hábitos diarios siempre contribuirán a minimizar los daños de cualquier enfermedad bucodental que podamos padecer. Y sinceramente, quizás una comida fuera de casa puede provocar que  nos saltemos un cepillado, pero casi siempre hay espacio y tiempo a lo largo del día para atender a la salud de los dientes.

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que quienes sencillamente no practican el cuidado y cepillado diario varias veces al día son unos inconscientes y unos dejados, cuyos malos hábitos muy seguramente acaban manifestándose en otras muchas esferas de su cotidianidad más allá de su salud dental.

¿ESTÁS SEGURO DE QUE NO TE HUELE EL ALIENTO?

Poco se habla del mal aliento teniendo en cuenta lo común y lo desagradable que es. ¿Sabías que 1 de cada 4 personas sufren o sufrimos mal aliento? ¿Te has  planteado que puedas ser tú? Solo en una pesadilla alguien es capaz de imaginar que le rechazan socialmente por su mal aliento y sin embargo es algo muy real. Ahora en tiempos de pandemia contamos con la barrera de las mascarillas que en gran medida amortiguan el aliento de los demás, sin embargo, las mascarillas no siempre estarán ahí y  cuando desaparezcan de la cotidianidad volverán a aparecer los olores desagradables provenientes de las bocas en malas condiciones de higiene y salud. Del mal aliento apenas se habla a no ser que haya mucha confianza; nos da casi tanto pudor señalarlo en los demás como que nos lo señales a nosotros y no es mala idea cambiar el chip y pedir a nuestro círculo que sean rabiosamente sinceros cuando se trate de hablar del mal aliento.

Cuando hay halitosis o mal aliento suele ser señal de hay una deficiencia de higiene, aunque esta no es la única causa. Conviene recordar que nosotros no nos olemos el aliento, estamos inmunizados a él por pura costumbre, lo que hace que el reconocimiento externo sea valioso y/o peliagudo a partes iguales. Si llegamos saber que tenemos mal aliento, conviene tener presente  diferentes posibles causas para ver qué está ocurriendo:

Lo más normal es que haya restos de comida en descomposición que están provocando la emisión de olores desagradables, pero puede estar cursando una infección, puede ser causado por una inflamación de encías, puede ser debido al sarro acumulado desde hace tiempo considerable, la sequedad de boca también causa mal aliento, así como el tabaco, algunos medicamentos o ciertos comestibles de olor y sabor muy fuerte como el café o el alcohol. En todos los casos es algo que se puede consultar a nuestros dentistas para estudiar causas y salir al paso con soluciones efectivas. Un examen a fondo puede prescribirte por ejemplo un tratamiento de limpieza profesional con curetaje o raspado para eliminar sarro. Ojo porque puede que la causa de tu mal aliento sea un problema digestivo, en cuyo caso desde nuestras clínicas te recomendaremos acudir a otro tipo de especialistas.

Una buena solución pasa siempre por cuidar la higiene bucodental. Cepillarse frecuente y correctamente, el uso de seda dental, enjuagues, raspadores e irrigadores elimina en gran medida las causas de la halitosis. También ayuda mantener una dieta equilibrada libre de alimentos de sabores, olores o colores intensos, la buena y correcta hidratación, evitar los dulces,… Sin embargo, venir a visitarnos y hacernos la consulta es desde luego la mejor forma de atajar este problema. Nada como un diagnóstico profesional. Solo un dentista puede asociar un problema de halitosis con un diagnóstico más grave. Imagina que puedes estar sufriendo una hernia de hiato, diabetes, problemas de hígado,… causas pueden ser muchas y cuando se presenta conviene prestarle atención  e ir descartando posibles causas. Una buena pauta puede ser: mantengo una buena salud oral, visito a mi dentista cada 6 meses ¿y aún así me huele el aliento? Entonces no  hay que dudar el acudir a la clínica y explicar lo que está pasando.

No todas las halitosis son iguales, por supuesto. Ya hemos visto que puede haber muy diversas causas, y por ello también hay diferentes intensidades y patrones de presencia. Sin embargo el 90% de  los malos alientos están provocados por causas presentes en la boca y por lo tanto nuestra clínica debe ser siempre la primera opción en caso de padecerlo. Si resulta que sospechamos que podemos padecerlo, es porque seguramente lo padecemos y nuestro entorno ya hace tiempo que lo nota o lo sufre en silencio. Lo de masticar chicle, es una medida bastante poco eficiente ya que puede enmascarar los efectos pero nunca resolver la causa. Hay halitosis provocadas por muelas picadas, por la lengua, por encías en mal estado, pro procesos infecciosos… Y nada más levantarnos por la mañana suele ser el momento de máxima intensidad de la halitosis. Si no desaparece con una buena higiene, ya sabes. Y si dudas, pídele a alguien confianza que  te diga la verdad en cuanto al aroma de tu aliento, ¡rompamos ese tabú! ¡Es cuestión de salud!

¿TE SANGRAN LAS ENCÍAS?

Las encías sanas no sangran, y aunque los sangrados son muy comunes y por diversas causas, también son síntoma de que podemos mejorar nuestra salud bucodental.

Si te sangran las encías entonces tienes una buena razón para venir a vernos. No importa que sea durante el cepillado, al usar el hilo dental o esporádicamente. No tiene por qué se nada grave, pero tampoco es nada que merezca ser ignorado.

Normalmente las encías sangran por un exceso de placa bacteriana. Los restos de comida generan placa bacteriana que a su vez produce inflamación de encía y con ella sangrado. Este  sangrado se puede acentuar durante el cepillado y muy comúnmente  al utilizar hilo dental.  Para subsanar este problema, lo más recomendable es venir a  vernos, hacer un diagnóstico de la encía, llevar a cabo  una limpieza en profundidad y reexaminar los hábitos de higiene diaria.

No todos los sangrados están indicando lo mismo ni todas las enfermedades periodontales se encuentran en la misma fase. Como decíamos, las encías sanas no solo no sangran sino que es difícil que sangren. A medida que una enfermedad periodontal se complica, empieza a aparecer enrojecimiento, hinchazón, mal aliento, híper sensibilidad y finalmente dolor agudo. Si además notamos que las encías empiezan a retraerse, entonces sí  debemos considerar que tenemos un cuadro bastante complicado.

Aunque ojo, no hace falta alarmarse. Un cepillado brusco, una falta de vitaminas, cambios hormonales –por ejemplo durante el embarazo–, llagas, estrés, ciertas   medicaciones o problemas de coagulación también están en el origen de ciertos sangrados.  Existen otros problemas cuyos tratamientos son algo más complejos, por ejemplo, apiñamientos o malas oclusiones, en cuyo caso será necesario plantear una ortodoncia.

La mejor forma de acabar con los sangrados es extraer la placa acumulada mediante una limpieza profesional mediante ultrasonidos y frenar el avance cualquier posible infección. A veces hace falta hacer un raspado o pulido radicular. Una vez hecha esta limpieza, conviene usar cepillos suaves, cepillarse un par de veces al día, usar hilo dental, y  mantener buenos hábitos en general –plantéate dejar de fumar si es tu caso–.

Si ignoras los sangrados y la enfermedad periodontal avanza, podemos acabar encontrándonos con un una periodontitis irreversible, lo que  pone en riesgo grave el diente mismo. Y eso no va a quitarnos las ganas de sonreir.

Así que ya sabes, si notas que tus encías sangran, vente a vernos para que podamos devolverte las ganas de sonreír con toda tranquilidad.

PROPÓSITO 2021: CUIDADO DEL ESMALTE

Vislumbramos el final de las fiestas navideñas, y toca empezar a poner en orden las consecuencias de los excesos, sobretodo con la comida. Si bien proponerse cuidar la alimentación es siempre un buen propósito, poca gente hay que lo haga pensando además en sus dientes. En este punto conviene tener en cuenta que una gran parte de los hábitos que tenemos con la comida afecta directamente  a la salud de nuestros dientes, y más concretamente a nuestro esmalte dental. Por cierto, ¿tenemos claro de lo que hablamos cuando mencionamos el esmalte?

El esmalte es ni más ni menos que la capa que recubre los dientes, la última frontera que protege cada una de las piezas de nuestra dentadura, y además es el escudo más fuerte de cuantos dispone el cuerpo humano.

El esmalte está ahí para proteger los dientes, tanto de agentes bacterianos como de impactos y presiones ejercidas sobre ellos. Curiosamente es translúcido y está compuesto de un mineral biológico de gran dureza llamado hidroxiapatita  que –otra curiosidad– al microcopio se presenta como una especie de cristal de prismas hexagonales. Este portento de la naturaleza humana podemos considerarlo un regalo insustituible ya que el organismo no tiene la capacidad de regenerarlo cuando sufre algún daño y todos los intentos por remplazarlo solo lo han logrado recurriendo a sustancias mucho menos resistentes. Aún así, gracias a algunos avances odontológicos presentados en Japón por el científico Shigeki Hotsu podemos albergar la esperanza de contar algún día con recambios de nuestro esmalte compuestos de la misma hidroxiapatita.

A diferencia de lo que mucha gente cree, el esmalte no dota de ningún color al diente. Al ser este translúcido, lo que hace es mostrar la dentina que hay debajo, la capa inmediatamente inferior. Es la dentina la responsable del color de nuestros dientes.

Con el tiempo, y sobretodo debido a los malos hábitos y su constante exposición a determinados alimentos y bebidas poco recomendables (sobretodo las que tienen altas dosis de azúcar), el esmalte se empobrece, se desmineraliza, y con él empezamos a perder nuestra mejor defensa para unos dientes sanos y bonitos.

Teniendo en cuenta que el esmalte no se regenera, el mejor método para conservarlo es evitar en todo lo posible el consumo de azúcares, edulcorantes, bicarbonato, colorantes, conservantes, alcohol y ácidos dañinos. Si se presta  la ocasión, entonces la segunda mejor defensa del esmalte es el cepillado después de cada comida acompañado de irrigador y seda dental.

Cuando el esmalte se ha debilitado empieza a producirse hipersensibilidad y se dispara la posibilidad de caries.

Por otro lado hay alimentos capaces de frenar los efectos de la placa bacteriana sobre el esmalte, como, por ejemplo, el té verde y las verduras.  La saliva también es un a gran aliada contra las bacterias que atacan el esmalte.

Pero los enemigos del esmalte no solo se encuentran entre los alimentos. También hay  prácticas deportivas que atentan contra la integridad del esmalte. Por ejemplo, la natación. El cloro ataca el esmalte y un exceso de exposición al cloro puede desestabilizar nuestra salud bucal. Y por supuesto ¡el tabaco! que genera manchas y  debilita el esmalte.

Cuando el esmalte se debilita los dientes pierden su defensa ante la amenaza de las bacterias que se acumulan en los dientes. Las bacterias generan desechos ácidos que abrasan las capas inferiores del diente en dirección al nervio y en última estancia atentan contra la vida del propio diente. El esmalte débil se vuelve opaco, oscuro, desluce la imagen del diente, y además no es capaz de cumplir con su función defensiva.

Por todo ello, un excelente propósito de año nuevo es hacerse una limpieza profesional que elimine cualquier proceso activo que atente contra nuestro esmalte y volver a los buenos hábitos alimenticios que permiten recuperar la salud y la tranquilidad acerca del estado de nuestro esmalte.