¿TE MUERDES LAS UÑAS?

Se  trata de un hábito que con toda seguridad madres, abuelas y  hasta profesoras han tratado de erradicar con escaso resultado y con un impacto más que considerable en nuestra salud bucodental.

Es curioso saber que hay personas que consideran a este tipo de –malos– hábitos parte de su personalidad, cuando en realidad no es más que un vicio que canaliza algún tipo de nerviosismo o necesidad de actividad de una forma perjudicial. Para aquellos que siguen pensando que es algo tan característico como el que se atusa el pelo o se fuma un cigarrillo, dejamos muy claro que no tiene nada de estético, ni de interesante, ni de positivo. Todo lo contrario.

 Vayamos al grano. Morderse las uñas favorece la aparición de caries, desgasta  los dientes y daña el esmalte dental. Si eres alguien mínimamente preocupado por la salud y el aspecto de tus dientes y te muerdes las uñas, debes empezar inmediatamente a corregir ese hábito desagradable. Ten en cuenta que te obliga a tener constantemente los dedos en la boca. Piensa en lo que eso significa en términos de entrada de bacterias.

Si se da el caso de que llevas carillas, coronas o prótesis, morderte las uñas puede provocar fracturas o rupturas irreversibles. Pero aunque no lleves carillas ni coronas, tus dientes naturales sufren cuando te muerdes las uñas. Sufren pequeños traumas como consecuencia de los pequeños impactos y de las micropartículas que salen despedidas cuando cortas las uñas con los dientes. A base de ir comiéndote las uñas los dientes se van limando, fisurando, desgastando, y  también se van apiñando como consecuencia de las micro presiones frecuentes que ejercemos sobre ellos.

Y no solo los dientes sufren. Morderte las uñas también afecta negativamente a tus encías. Hace que se inflamen, provocan gingivitis, y ya sabemos que con el tiempo puede acabar desembocando en periodontitis (sangrado, halitosis, infecciones, etc.).

La mandíbula misma sufre por este perjudicial hábito. Hace que forcemos la postura, que ejerzamos más presión de la necesaria sobre un mismo punto, y con ello, que desviemos la correcta posición y mecánica de la mordida, y  que fatiguemos la musculatura de  la mandíbula llegando a provocar dolores de mandíbula y  cabeza.

Disminuir los niveles de estrés, canalizar la necesidad de actividad en los dedos mediante alguna otra actividad, y tomar consciencia de las consecuencias de este hábito son tres buenas sugerencias para tratar de combatirlo. Hay  quien llega a pintarse las uñas o frotárselas con repelentes de todo tipo.

Si te has estado mordiendo las uñas durante tiempo, te recomendamos que pases a vernos. Lo mismo presentas algún perjuicio que conviene atajar a tiempo. Revisar el estado de tu salud bucodental nunca está de más. Además, la primera visita es gratuita. Nos encanta verte sonreír.

¿CREES ESTAR PADECIENDO UN FLEMÓN? ¿SABES REALMENTE LO QUE ES?

Los flemones son inflamaciones de gran consideración aparecidas en las encías. Son muy dolorosos y sin embargo, son realmente comunes.

Los flemones son el resultado de las infecciones causadas por las colonias de bacterias. Suelen tener su origen en los dientes, desde donde se van extendiendo y atacan hacia la pulpa y finalmente la raíz del diente. Es la infección la que provoca la hinchazón de los tejidos y como consecuencia de esto el intenso dolor. Y cuidado, aquí llega la advertencia, si no se trata a tiempo, a parte de postergar el intenso dolor, la infección puede acabar llegando hasta el soporte del diente atentando contra el diente mismo.

Los flemones tienen su origen en las caries, también en  enfermedades de encías como la gingivitis, a veces pueden ser la consecuencia de un golpe, y en menor medida puede desencadenarlo una pulpitis, de la que hablaremos en próximos posts. Averiguar la causa del flemón del paciente es clave para definir un tratamiento.

Diagnosticar un flemón es, por desgracia, relativamente fácil. El síntoma por excelencia es la inflamación de la cara o la mejilla. Suele ir acompañada de un dolor intenso, muy localizado y punzante. Es  tan molesto que apenas permite masticar, provoca hipersensibilidad  y suele provocar mal sabor de boca y mal olor de aliento. En algunos casos graves puede cursar fiebre y hasta debilidad general. Por supuesto, lo primero y más urgente es  venir a vernos. No te automediques. Aunque creas tenerlo muy claro. El tratamiento requiere eliminar la infección radical y definitivamente para evitar su reaparición y ello pasa siempre por el criterio de profesionales que no arriesgan con tu salud. Nosotros te exploraremos a fondo, haremos radiografías si es necesario para ver  el alcance de la infección, y una  vez controlado el proceso actuaremos para eliminar el problema definitivamente,

El tratamiento suele implicar antiinflamatorios y antibióticos. En una segunda fase, y  si el diente afectado está insalvablemente dañado, es posible que haya  que valorar la extracción del diente (en cuyo caso se optaría por reemplazarlo por un implante que permita la recuperación total de la función y el aspecto original). Aunque no es nuestra primera opción, ni mucho menos. Y desde luego, una vez superado, lo más importante es ser inflexible con el cuidado de la higiene bucodental. Los flemones interrumpen todos nuestros planes, nuestro bienestar, arruina nuestro estado anímico y lo más importante, es una enfermedad que atenta nuestra salud. Ante la menor duda, ven enseguida a visitarnos. ¡La primera visita es gratuita!

¿TE DUELE AL MORDER?

Si te duele al morder o masticar es que, claramente, algo no va bien. Unos dientes sanos no duelen, y si lo hacen, aunque sea poco y de vez en cuando, es razón más que justificada para venir a visitarnos. Es importante saber qué está pasando y averiguar si ese dolor puede estar impulsando o siendo el síntoma de una patología grave.

El dolor con la mordida cursa cuando ha habido un golpe y se ha producido una fisura o una fractura, cuando se da un cuadro de periodontitis avanzado que llega incluso a provocar la movilidad de los dientes, también duele cuando padecemos bruxismo, cuando las encías se han retraído y hay demasiada exposición de la dentina, y muy comúnmente también puede haber dolor cuando se inflama el nervio de un diente. El nervio de los dientes duele cuando hay una caries en estado avanzado, cuando un empaste o una corona están un poco altos o también cuando hay alguna fractura en la raíz del diente o la muela.

En el caso de que el dolor lo esté provocando una fisura o una fractura, puede ser delicado ya que puede que el nervio esté afectado y nos podemos encontrar con que hiciera falta una endodoncia.

En todos los casos es importante venir a visitarnos cuanto antes.  Lo primero porque vivir con dolor es un sufrimiento innecesario que puede  afectar a todos los ámbitos de nuestra vida. Y lo segundo porque un pequeño dolor hoy puede convertirse en un gran dolor o enfermedad el día de mañana. El dolor siempre es un indicador de que algo no va bien, y si somos inteligentes, lo correcto es prestarle la atención que precisa.

No lo dudes más. Si  te duele al morder pásate a vernos que seguramente te devolveremos la sonrisa.

¿APRIETAS LOS DIENTES POR LA NOCHE? ESTO TE INTERESA

Hay una gran parte de la población que aprieta los dientes por la noche. Es algo bastante común. Sin embargo no hay mucha gente que sepa bien por qué ocurre por la noche y qué consecuencias tiene para la salud.

El bruxismo nocturno puede ser el origen  de una serie de trastornos y molestias bastante desagradables para quien lo padece que tarde o temprano acaban precisando ayuda médica.

El bruxismo no suele detectarse hasta que sus efectos no se manifiestan en alguna dolencia. Tengamos en cuenta que ocurre de noche  cuando no estamos conscientes. Lo normal es que sea la causa de intensos dolores de cabeza, dolores musculares, desgaste rápido de los diente y hasta retracción de encías. Si tienes la suerte de dormir al lado de alguien que padece bruxismo nocturno quizás has oído el típico chirrido que se produce cuando se frotan los dientes entre sí.

En realidad es un mecanismo de la mandíbula totalmente perjudicial que muchas veces se pone en relación con trastornos del sueño. No obstante la edad, la dieta, la forma de vida, los niveles de estrés, el consumo de medicamentos y hasta la posición de los dientes puede acentuar esta patología.  

Cuando se diagnostica bruxismo se trabaja en dos direcciones. La primera, la reconstrucción, si fuera necesario, de los dientes dañados;  y la segunda, la más importante, la corrección del hábito para evitar que siga produciéndose. Hay  bruxismos moderados y algunos muy severos que pueden incluso hacer despertar al paciente.

Si existe desgaste lo notarás porque tus dientes empiezan a limarse y a perder su forma original. En algunos casos puedes comprobar que el desgaste se corresponde con la forma que tienen los dientes contrarios cuando los juntas. Existen muchas técnicas de reconstrucción de los dientes desgastados. Por otro lado, cuando un paciente presenta  bruxismo casi en el 100% de los casos se le suele prescribir el uso de una férula de descarga que se coloca, como un protector, en los dientes y evitar  que durante la noche los dientes se froten entre sí, contribuyendo poco a reducir el hábito.

Algunas líneas de investigación sugieren que el bruxismo nocturno en realidad es heredero de un bruxismo diurno mucho más ligero que nos pasa más desapercibido. La cuestión está en que cuando dormimos y perdemos el control de ciertos movimientos, el hábito consolidado durante el día se manifiesta con más intensidad durante la noche. También podemos contribuir a solucionar el problema poniendo consciencia de cuándo podemos estar apretando los dientes durante el día para así poder empezar a detectarlo por la noche. Pero en cualquier caso, si tienes dolor de cabeza, dolor de mandíbula y tus dientes empiezan a presentar cierto desgaste, te  recomendamos encarecidamente que te pases a vernos. Nos encantará poder ayudarte  a conservar la salud de tus dientes.

¿SABES LO QUE ES LA PIORREA? ¿LA SUFRES? ¿SABES CÓMO TRATARLA?

Verdaderamente su  horrible nombre hace justicia a la gravedad de la enfermedad a la que se refiere. También se la conoce como periodontitis y no se oye  hablar mucho de ella pero es bastante más común de lo que nos pensamos.  

Ya os imagináis por la foto que se trata de una enfermedad que afecta a las encías  y al resto de tejidos encargados de sujetar  los dientes. Lo  que resulta verdaderamente grave es que se trata de una enfermedad irreversible. Por eso es muy muy importante  prevenirla. Tengamos en cuenta que se trata de la enfermedad que más pérdida de dientes  provoca.

Para que la piorrea no aparezca es fundamental mantener unos buenos hábitos de higiene y limpieza bucodental. Y, como siempre decimos, una buena salud pasa por lo cinco pasos mágicos: cepillado, hilo dental, enjuagues, irrigación y visitas frecuentes a nuestra clínica.

La piorrea tiene su antecedente directo en la inflamación e infección de encías. Las encías son el indicador de nuestra salud, y si cuando presentan mal aspecto no las tratamos, entonces podemos prepararnos para padecer esta desagradable enfermedad.

El causante directo de la piorrea es la placa bacteriana, la misma que también provoca caries y sarro. Los desechos de las bacterias que anidan en nuestros dientes todos los días, si no son eliminados acaban con nuestros dientes y también con nuestras encías. Además también provocan mal aliento. Empiezan atacando a las encías, y poco a poco ganan terreno hasta provocar la recesión de encías, sangrados, inflamaciones, dolor, la movilidad de los dientes y  finalmente  la pérdida de estos. Si además de unos malos hábitos de higiene también fumamos, padecemos diabetes, o estamos sometidos a tratamientos con fármacos entonces las probabilidades de sufrir periodontitis es mucho mayor.

El síntoma más claro de la piorrea es una recesión exagerada de la encía que comienza a dejar expuesto el diente en dirección a la raíz. Cuando más diente está expuesto menos sujeción tiene, más movilidad empieza a presentar y más rápidamente alcanzaremos su pérdida definitiva. Este proceso va acompañado de inflamación y enrojecimiento de la encía, dolor, hipersensibilidad e incluso cambio de posición de los dientes y sangrado.

Aunque la enfermedad es irreversible existen tratamientos. Todo depende del estado en que  se encuentre la enfermedad. Lo primero siempre es limpiar a fondo toda la zona, incluyendo raspado y alisado. En ocasiones es necesario limpiar el sarro de las encías mediante intervención quirúrgica. Y en casos muy avanzamos, para poder reconstruir la encía perdida, hace falta optar por injertos. Si la piorrea ya se ha cobrado algún diente se puede pensar en implantes siempre en función de la calidad y el estado del hueso en el que pondría. Estas medidas contienen el avance de la enfermedad y hasta cierto punto reconstruyen sus daños, pero ojo, si no se camia de hábitos, en pocos meses el problema puede volver a regenerarse.

Teniendo en cuenta además que la piorrea puede llegar a ser contagiosa, hay innumerables razones para cuidar la salud bucodental desde este  preciso momento. Ya no es algo que te afecta solo a ti, a tu salud, a tu imagen, sino también a la de las personas que te rodean y comparten vida contigo.

Si crees que tienes una encías que presentan un proceso recesivo, pásate cuanto antes a vernos para que podamos valorar y tomar medidas inmediatamente. Te  garantizamos que saldrás con una sonrisa.

¿TE FALTA ALGÚN DIENTE?

Sustituir un diente perdido es importante por varios factores. El más importante, una cuestión de salud, pero también es importante de cara a la masticación, el equilibrio mecánico muscular de tu boca, cuestiones fonéticas y por supuesto la estética.

Algunos pacientes que han perdido uno o varios dientes de repente empiezan a empeorar sus hábitos alimenticios debido a las molestias que le ocasiona. En otros casos también se puede ver afectado el habla o la pronunciación. La pérdida de un  diente puede provocar la movilidad de los dientes adyacentes debido al nuevo espacio  generado. Los dientes adyacentes pueden tender a inclinarse o incluso a tratar de contactar con otros espacios de sus dientes opuestos generando nuevos espacios interdentales indeseados.

Las encías están claramente relacionadas con la presencia o ausencia de un diente. La pérdida de un diente enseguida desencadena la reducción de encía y a continuación la pérdida de hueso como consecuencia de la no rehabilitación del hueco generado. Esta  retracción en la encía tiene además una consecuencia directa y es la hipersibilidad en los dientes adyacentes a la zona del diente perdido.

Si a consecuencia de una pérdida los dientes adyacentes comienzan a moverse, el equilibrio postural de toda la mandíbula comienza a perderse. La oclusión o masticación deja de ser cómoda, empiezan a aparecer anomalías y con el tiempo molestias y hasta patologías en la mandíbula.

Todo esto por no hablar de las caries. El nuevo espacio provocado por la pérdida de un diente facilita la acumulación de placa en zonas de difícil acceso para el cepillado diario, lo que acelera exponencialmente la creación de caries. Por esta razón, aunque la pérdida de un diente no afecte a la sonrisa evidentemente y solo afecte a alguna pieza trasera, en lo que tiene que ver con la salud, la pérdida de un diente  es igualmente grave indistintamente de su posición.

Cuando hemos perdido un diente  y no rehabilitamos inmediatamente zona, el hueso que ayudaba a sujetar el diente perdido empieza a reabsorberse y esto dificulta la colocación de un implante ya que disponemos de menos base de sujeción.

Una de las grandes ventajas de los implantes frente a otros tratamientos más  tradicionales como las prótesis de quita y pon o los puentes son su comodidad y su durabilidad. Un implante es definitivo, fijo y puede quedar para toda la vida. Permiten hacer vida totalmente normal, morder, masticar y limpiar los dientes sin ningún problema, y hablar con toda perfección.

Los implantes tienen  ventaja respecto de los puentes tradicionales en que no perjudican a los dientes adyacentes, ya que van anclados directamente al hueso de base y no así a los dientes contiguos. Los implantes no necesitan que los dientes adyacentes sean tocados para nada. Tampoco hacen falta ganchos o elementos de sujeción más allá del tornillo que sirve de soporte a la corona o nuevo diente.

La recuperación  tras la colocación de un implante es inmediata. La amplia mayoría de los pacientes que se someten a un implante pueden hacer vida normal a partir de las 24 horas.

Por todo ello, si has perdido un diente te recomendamos que vengas a vernos cuanto antes para que te coloquemos un implante y puedas volver a disfrutar de una buena salud y una bonita sonrisa cuanto antes. ¡Te esperamos!